Publicado en la web: tdahytu.es. Autor: Audrey Saglos Ruiz
“Los jóvenes hoy en día son unos
tiranos. Contradicen a sus padres, devoran su comida, y le faltan al respeto a
sus maestros.”
Estas palabras que refrendamos como una
verdad de hoy en día, las enunció el conocido filósofo ateniense Sócrates en el
siglo V antes de nuestra era. No más que la eterna contradicción entre lo nuevo
y lo establecido, no otra cosa que el intento de los adultos de “domesticar” el
ímpetu de la juventud.
La adolescencia es un período de cambio
y evolución, una época donde no se es tan adulto como para considerarle maduro
y responsable, ni tan niño como para no enfrentarse a las realidades
cotidianas. Un mar tempestuoso difícil de navegar, tanto para quien adolece de
ello como para quien tiene el deber de guiar el timón.
Si ya es difícil tratar con un
adolescente tipo, imaginaros cómo puede ser tratar con adolescentes que además
sufren de Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad. Hay que
utilizar estrategias diferentes.
En mi día a día en consulta trato con
pacientes de este tipo. Familias normalmente disfuncionales debido al bagaje
que arrastran por su propia patología. Aunque el manejo depende de muchos
factores como el momento del diagnóstico, si están o no tratados, si asisten a
terapia, el nivel educacional de los padres o si los pacientes tienen otras
enfermedades psiquiátricas o psicológicas asociadas. Incluso hay familias en
las que influye el hecho de que uno de los padres también padezca TDAH, en
muchos casos sin diagnosticar. Eso hace que el abordaje de cada caso sea
diferente.
En la adolescencia, más especialmente
que en la infancia, es sumamente importante el abordaje
multidisciplinar. Siempre insisto en que la coordinación padres,
educadores, pediatra, psiquiatra y terapeuta es fundamental para el buen
manejo.
Es en esta etapa de la vida donde estos
pacientes son más proclives a adoptar conductas potencialmente peligrosas.
Sus ansias de experimentación unidas a que muchos presentan frustraciones
subyacentes, inseguridades y necesidad de ser aceptados les lleva a intentar
destacar por ser los más temerarios. Así tenemos que estar al tanto de
conductas sexuales irresponsables, abuso de sustancias o actividades que
implican riesgo físico.
Independientemente de las circunstancias
particulares de cada familia suelo recomendar algunos “trucos” para su manejo.
Os cuento, primero hay que comprender un par de premisas sobre este tipo de
adolescentes:
1- funcionan muy bien
con cosas que pueden ver, leer y tener presentes.
2- su memoria funciona mejor a corto plazo.
Para el mejor manejo:
Identificaremos sus gustos reales (fútbol, hípica, lectura,
informática, etc.)
- Trabajaremos con ellos a la hora de adjudicar premios y castigos.
- Asignaremos responsabilidades reales en casa (tirar la basura, mantener la habitación recogida, etc.)
- Elaboraremos posters para su habitación con las normas de la casa y las consecuencias de incumplirlas.
- Escribiremos un horario estructurado diario con obligación de cumplimiento pero teniendo en cuenta la flexibilidad.
- Tendremos una libreta de “tratos” vinculante para ambas partes. Los castigos no serán prolongados, ni las recompensas a largo plazo.
- Idearemos actividades excepcionales de recompensa ante conductas especialmente elogiosas.
- Tendremos en cuenta exaltar la autoestima aunque sea por pequeños logros.
- Moderaremos la crítica para que no pierda su valor.
“Es tan importante modelar la mente como ejercitar el cuerpo”
“Los niños no aprenden, imitan”
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