Publicado en la web La Mente es Maravillosa.
Autor: Raquel Aldana
Autor: Raquel Aldana
"La infancia tiene sus propias maneras de ver,
pensar y sentir; nada hay más insensato que pretender sustituirlas por las
nuestras".
Jean-Jacques Rousseau
Estamos tan obsesionados por crear la burbuja
del bienestar adulto que se nos ha olvidado la importancia de sembrar la
autoestima en nuestros niños.
Es muy importante que nuestros pequeños crezcan en un
mundo de adultos equilibrados, pues será lo mejor que les podamos
transmitir. Sin embargo, si nos paramos a pensar sobre esto, no nos costará
mucho darnos cuenta de que hacemos que nuestras carencias sean visibles.
Así es que los niños, como los animales, perciben
nuestros miedos e inseguridades y las hacen suyas con gran facilidad. Ante
este panorama, lo cierto es que debemos de esforzarnos porque esto ocurra en
menor medida. Pero, ¿cómo podemos hacerlo?
En primer lugar teniendo en cuenta que somos su
mejor ejemplo a seguir, por lo que debemos fomentar nuestro autocuidado. En
segundo lugar con nuestra forma de actuar y de tratarles, así como en
los valores que les inculcamos, es decir, en cómo los educamos.
No queremos niños que tengan que ser perfectos porque
no queremos cultivar la soberbia; queremos niños que se quieran y confíen en
sí mismos y en su potencial. A continuación os damos 12 claves que no
fallarán:
1–Es importantísimo tenerlos en cuenta y dedicarles
nuestro tiempo de manera exclusiva.
Debemos considerar lo que el niño nos solicita y nos
reclama. Además, si estamos paseando con ellos no deberíamos de ir mirando nuestro
teléfono móvil, pues el niño nos dedicará miradas y momentos que nos
perderemos.
2–Corrige sus errores pero desde el
cariño.
Sin gritos y con paciencia, el niño es una esponja que
absorberá lo bueno y lo malo. Hazle entender que aprendéis juntos y que el
intercambio es mutuo.
3-Fomenta su autonomía dándoles
responsabilidades.
Déjales tomar pequeñas decisiones en cuanto a sus
relaciones o hábitos diarios. Por ejemplo, pueden cocinar contigo o
preparase ellos su almuerzo, ayudarte a secar y recoger los platos, poner la
mesa, elegir la ropa que se quieren poner…
4-No les compares.
Ni con sus hermanos ni con sus
amigos. No compares a un niño con nadie, y tampoco lo hagas con adulto. Nadie
es mejor ni peor que nadie, todos somos diferentes.
5–No le etiquetes como “torpe”,
“malo”, “tonto”.
Esto no ayuda para nada a crecer con un autoestima
saludable. Cuando el niño haga algo mal hay muchas maneras de decírselo:
no está bien que pegues a tus hermanos, no tienes que romper los juguetes o
tenemos que trabajar bien las mates.
6-Tampoco lo hagas como “listo”
“bueno” o “inteligente”.
El niño no comprenderá en qué se fundamenta que te
refieras a él de esa forma. En su caso, puedes decirle: qué bien has hecho las
tareas, qué bien has recogido o me encanta verte pintar. Es decir, juzga sus
comportamientos pero no a los niños.
7-Establece unos límites claros y sé consistente con
ellos.
Es decir, si no recoges tus juguetes no iremos al
parque; el niño querrá negociar esto pero no valen medias tintas, si le
has puesto una condición razonable tienes que hacerla valer, pues de lo
contrario no se lo tomará en serio. Firmeza.
8-Valora el esfuerzo, no los
resultados.
No te centres en si ha sacado un sobresaliente o un
aprobado, lo importante es que el niño haya sido constante y se haya esforzado,
refuerza esto.
9-No exageres tus halagos y sé
concreto.
Esto es, dile lo que ha hecho bien y porqué te ha
gustado para que el niño sepa lo que te agrada. Has recogido muy bien tus
coches de juguete y los peluches es sustancialmente diferente a Eres muy
ordenado.
Es importante que comentes con otras personas ante el
niño sus logros y su esfuerzo, pues le hará sentir útil e importante.
10-Valida sus emociones.
Si el niño llora es probable que se haya hecho daño,
dale la importancia que tiene. Evita decirle: ¡No pasa nada! Sí que pasa,
algo le hace sentir mal y es importante que le demos la relevancia pertinente.
11-No le sobreprotejas, fomentarás
la inseguridad y la dependencia.
No hagas guardia y los vigiles a cada rato, pues
generarás niños burbuja. Los niños no se rompen y necesitan una dinámica que
les genere oportunidades para desarrollarse de forma constante, no para
estancarse.
12-Reserva momentos para cada uno de
los niños que tengas alrededor.
Intenta buscar un espacio individual para cada uno,
pues el hecho de ser importantes y protagonistas durante unos minutos o unas
horas es muy reforzante para ellos. Haciéndolo les muestras que para ti es
clave dedicaros el uno al otro de vez en cuando, importándote cómo se siente y
buscando generar novedosos intercambios.
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