Cuando hablamos de escuela inclusiva se
suele pensar en los establecimientos destinados a niños y adolescentes con
discapacidad. Pero la escuela inclusiva no se limita a esa población sino que
se orienta a un grupo mucho mayor, formado por niños, adolescentes y jóvenes
que por diferentes razones tienen dificultades para aprender en la escuela.
La escuela
inclusiva ofrece el espacio para lograr el reconocimiento del derecho que todos
tenemos a pertenecer a una comunidad, construir cultura e identidad con los
otros y a educarnos en las instituciones formalmente reconocidas, cualquiera
sea el medio social, la cultura, la ideología, el sexo, la etnia o situaciones
personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o,
incluso, de una sobredotación intelectual.
Cuando se
habla de “inclusión” es común confundirlo con el término de “integración”. Si
bien son términos muy similares, contienen una diferencia. La integración se
refiere al proceso de enseñar juntos a niños con y sin NEE ( Necesidades
Educativas Especiales).
La inclusión es una concepción mucho más
profunda. La escuela inclusiva enfatiza el sentido de comunidad, para que todos
tengan la sensación de pertenencia, apoyen y sean apoyados por sus pares y
demás miembros de la comunidad escolar, al tiempo que se encuentran respuestas
adecuadas a sus necesidades educativas especiales.
En la inclusión, el centro de atención es la
transformación de la organización y la respuesta educativa de la escuela para
que acoja a todos los niños y jóvenes, y tengan éxito en el aprendizaje.
El mérito de las escuelas inclusivas es que, además de
ser capaces de dar una educación de calidad a todos los alumnos, se logre cambiar
las actitudes de discriminación, para crear comunidades que acepten a todos, y
por ende, colaboren en la construcción de una sociedad integradora.
El principio general que debe regir en las escuelas
inclusivas es que todos los niños deben aprender juntos omitiendo sus
dificultades y diferencias individuales, centrando su mirada en las fortalezas.
Deben adaptarse a los diferentes ritmos de aprendizaje de los alumnos y
garantizar una enseñanza de calidad. Los alumnos deben recibir todo el apoyo
adicional necesario para garantizar una educación eficaz.
El principal reto de la integración de alumnos con NEE
en escuelas comunes consiste en modificar las actitudes y la organización de la
institución escolar en su conjunto. Esto implica cambios en todo el proyecto
educativo, influyendo principalmente en:
- Principios educativos y objetivos generales.
- Normas de convivencia.
- Planificación de la enseñanza.
- Ordenación de ciclos, grupos, etc.
- Organización de los recursos.
- Conexiones con los servicios de apoyo.
- Disposición de los espacios y su distribución.
- Metodología empleada.
- Criterios y métodos de evaluación.
Es importante señalar algunos aspectos que obstaculizan
la integración escolar. Entre ellos se encuentran:
- Excesivo número de alumnos por aula.
- Limitaciones del edificio escolar.
- Ausencia o mala planificación de la enseñanza.
- Ausencia de servicios de apoyo.
- Ausencia del trabajo de equipo por parte de profesores y alumnos.
- Criterios rígidos de evaluación.
- Falta de comunicación centro-familia.
En contrapartida de estos aspectos, la escuela
inclusiva debe asumir ciertas características para que ésta logre asegurar el
buen funcionamiento de la integración escolar. Entre ellas se destacan:
- Respeto por la ley 26.206 .
- Número de alumnos por aula: un máximo de dos niños integrados en aulas de entre 25-30 alumnos.
- Sistema de poder: centro (Fundación) organizado por órganos en cuyas decisiones hay participación conjunta.
- Nivel de comunicación interna: existencia de órganos colegiados (Consejo Escolar, asamblea de padres, etc.).
- Comunicación entre la escuela y su entorno social: integración también en la colectividad (barrio, familia, sociedad).
El trabajo
en equipo de los profesores y su estabilidad: permanencia estable de los
profesores.
Para que la escuela de hoy pueda asumir con éxito la
integración, también es necesario tener en cuenta que el profesor-maestro posea
una actitud de aceptación positiva de las
diferencias, como también una buena
preparación pedagógica para estar capacitado a observar y conocer a sus
alumnos, para adaptar mejor la enseñanza y sus condiciones a las
características particulares de cada uno. Además es necesario que la estructura
interna de los grupos manifieste un grupo cohesionado. Por último, también es
necesario agregar la importancia de la metodología empleada basada en las
particularidades de cada alumno.
Gran parte de la labor a favor de la inclusión, es
proporcionada (como es mencionado) por la escuela. Sin embargo, ésta tarea no
le corresponde solamente a ella, sino que nos corresponde a todos, al estado, a
la sociedad, a todo el sistema educativo.
De allí, ésta afirmación:
”Los niños que aprenden juntos, aprenderán a convivir mejor en una sociedad”
”Los niños que aprenden juntos, aprenderán a convivir mejor en una sociedad”
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